Semana Santa.
En la semana mayor debemos tomar
en cuenta algunos aspectos importantes
Celebrar este magno evento de conmemoración no solo de cuerpo presente sino también espiritualmente, pero ocurre en muchos de los casos que a estas celebraciones o actividades acudimos sin tener la más remota idea de ¿Por qué se hace esta lectura? ¿Por qué el padre se viste de color morado y no con el tradicional verde con el que se le acostumbra mirar todos los domingos? Así que en este pequeño resumen me propongo enunciar cada día de esta semana tan importante, hasta llegar al sábado santo, mencionando algunos aspectos característicos de ella.
Domingo de ramos
Con el Domingo de Ramos se inicia la Semana Mayor. En este día la Iglesia hace memoria de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, para llevar a cabo su misterio pascual.
En la liturgia se nos presentan los dos aspectos fundamentales de la pascua:
La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén como anuncio e imagen del triunfo de su Resurrección.
El recuerdo de su Pasión (el evangelio), que marcará la liberación de la humanidad del pecado y de la muerte.
Las lecturas bíblicas nos invitan a vivir en ese día los acontecimientos de entonces: aceptar a Cristo como el Señor y entrar a vivir el drama de la pasión.
Lunes a Miércoles Santo
Son días que se toman para la reflexión profunda, la Iglesia nos invita como en una "última llamada" a acercarnos al Sacramento de la confesión con el fin de estar preparados para vivir la vigilia pascual y el gran acontecimiento de la pascua. El cristiano debidamente preparado estará en gracia de Dios para participar con toda la Iglesia del gran banquete de la eucaristía en la misa más importante del año.
Jueves Santo
Hay dos celebraciones importantes:
La Misa Crismal: se celebra durante la mañana en las catedrales. Todos los sacerdotes de la diócesis se unen al Obispo que preside la celebración eucarística y bendice los Santos Óleos (aceites o crismas) que se usan en los sacramentos durante todo el año. Esta celebración es como una fiesta de todos los sacerdotes, que se alegran por su propia consagración y que ven en Cristo, cuyo nombre significa consagrado, por medio de la unción, su modelo y su guía. Durante esta Misa se hace la renovación de las promesas sacerdotales, para renovar el compromiso de fidelidad al servicio del Pueblo de Dios. Los óleos que se bendicen son: el óleo de los Catecúmenos con el que los cristianos reciben su primera unción en el Bautismo; el óleo de los Enfermos, para el sacramento de la unción y el Santo Crisma, utilizado también en el Bautismo y en el sacramento de la confirmación y en la unción en el Orden Sacerdotal.
La Misa vespertina: con la que se inicia el Triduo Pascual (se le llama víspera). En esta misa celebramos la institución de la eucaristía, del Sacerdocio y el Mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Es aquí donde conmemoramos solemnemente la "Última Cena" de Jesús con Apóstoles, cuando Jesús:
Nos enseña cómo los cristianos hemos de recordar y actualizar su Sacrificio la eucaristía cuando nos dice; hagan esto en memoria mía.” (Lc 22, 18-19)
Instituye formalmente el Ministerio de los Sacerdotes y pide por la unidad de su Iglesia dirigiéndose al padre con estas palabras "que todos sean uno" y "Así como tú me enviaste al mundo, así yo también los envío al mundo" (Jn 17, 11. 18)
Habla de lo más importante de la vida del cristiano: el amor: "Les doy este mandamiento nuevo. Que se amen unos a otros como yo los he amado". (Jn 13,34.35)
Viernes Santo
Es aquí donde comienza lo más fuerte de la semana, el primer día del Triduo Pascual. La Iglesia no celebra un funeral, sino la muerte victoriosa del Señor. Es un día de amorosa contemplación del Sacrificio de Cristo.
Este es el único día del año en el que no celebramos la eucaristía, es decir, no hay misa, ni consagración del pan y el vino, recordando que en estos días (viernes y sábado) los apóstoles estuvieron escondidos por miedo a los judíos y llenos de tristeza de ver preso y condenado a Jesús. Hay sin embargo, celebraciones solemnes que convocan a todos los fieles para:
1) Liturgia de la palabra.
Son lecturas bíblicas del profeta Isaías (Antiguo Testamento), que anuncia detallando de manera sorprendente la pasión del Mesías, y del Nuevo Testamento, el relato de la pasión de Cristo narrada por San Juan y de la exaltación de Jesús Crucificado como "sumo sacerdote que penetró en los cielos" (Hb 4, 14). En estas lecturas se subraya el aspecto glorioso de la pasión, para manifestar a Cristo como Rey y como Dios. Se concluye con una solemne oración de los fieles por las grandes intenciones de la Iglesia y del mundo, poniéndolas al pie de la cruz, sobre la cual muere Cristo por todos los hombres.
2) La adoración de la cruz.
Es más bien la adoración de la persona de Cristo Crucificado y el misterio significado por esta muerte por todos los hombres. No es el material de la cruz, sino lo que la cruz significa para nosotros lo que los cristianos adoramos. La Iglesia levanta el signo de la victoria del Señor para manifestar el cumplimiento de lo que Jesús había dicho: "Y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32). Al contemplar a Cristo Crucificado, vienen a la mente sus palabras. "Nadie tiene mayor amor, que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15,13).
3) la comunión.
Aunque durante el viernes y sábado santos no se celebra ningún sacramento, se reparte entre los fieles la comunión, consagrada desde el día anterior, para permitir una mayor unión con el Cristo que nos salva con su muerte.
Sábado Santo
Durante este día la Iglesia está en actitud de silencio, propicio para la reflexión y oración, esperando la hora de la víspera para dar inicio a la vigilia pascual esa noche.
La celebración central de todo el año litúrgico, ocurre al caer el sol del sábado Santo. Es la "noche santa" en la que la Iglesia celebra, en la forma más expresiva, la obra de la redención como memoria, presencia y espera.
Los cristianos recordamos la noche en la cual Cristo sale de la tumba, victorioso de la muerte y esta memoria se hace realidad, porque sabemos que el mismo Cristo resucitado está presente en la comunidad que celebra el gran acontecimiento.
Lo llamamos "vigilia", por la actitud de espera que debe tener el cristiano, según la invitación del evangelio: "Tengan la ropa puesta y mantengan encendidas sus lámparas. Estén como hombres que esperan que su patrón regrese de un casamiento para abrirle la puerta. Dichosos los siervos que el Señor al venir, encuentre despiertos" (Lc 12, 35-37)
Para todo cristiano este velar adquiere el valor simbólico de la espera de la venida del Señor. Así la vigilia pascual se convierte en programa de vida: estar siempre alertas y preparados para nuestro encuentro final con el Señor.
La Pascua de la iglesia
Símbolos y ritos de la celebración
Bendición del fuego.
Es el inicio de la vigilia. Habla del paso de las tinieblas a la luz, de la noche al día. Las tinieblas simbolizan el pecado y la muerte; y la luz simboliza a Cristo Resucitado.
Cirio pascual.
Se enciende el Cirio Pascual, que simboliza a Cristo resucitado y se reparte su fuego para encender las velas que todos los fieles llevan a la celebración, significando que Cristo, "Luz del Mundo", ilumina la vida de los hombres con su Resurrección. Se coloca al frente, en el presbiterio, desde donde domina toda la asamblea.
Procesión.
Consiste en entrar al templo o lugar de la celebración, precedidos por el Sacerdote que lleva el Cirio Pascual en Alto, significa que somos el Nuevo Pueblo de Dios, nacido de la pascua; peregrinos seguimos a Cristo Resucitado, nuestro Jefe y Luz del Mundo a través del desierto de esta vida hacia la patria celestial.
Liturgia de la palabra.
El símbolo de la luz del cirio cede el lugar a la realidad de Cristo, luz del mundo, presente en su Palabra, proclamada en esta noche. En ninguna otra celebración hay tantos textos como en esta. Son nueve lecturas que presentan en síntesis la historia de la salvación. Las lecturas se hacen a manera de diálogo entre Dios y la comunidad, cada una está precedida de momentos de silencio, aclamaciones y cantos de salmos. Las siete primeras lecturas se hacen del Antiguo Testamento, para admirar la obra de la creación (Génesis); recordar los prodigios que hizo Dios con Israel su Pueblo (Éxodo); leer a los profetas que anunciaron la salvación que Dios realizaría para todos los hombres; las siguientes dos lecturas son, una de San Pablo que anuncia a la nueva Iglesia que Cristo resucitado de entre los muertos, ya no muere más y la más importante, el Evangelio, que narra la resurrección del Señor.
Liturgia bautismal.
Momento en que se bendice el agua bautismal, se celebra el Bautismo a quienes se hayan preparado para ingresar en la comunidad cristiana y se renuevan las promesas bautismales por parte de todos los presentes.
Liturgia eucarística.
Como en todas las Celebraciones Eucarísticas (Misas), se prepara el altar con los dones del pan y el vino, para hacer presente la pascua de Cristo, como Él nos lo enseñó. La celebración eucarística es el centro de toda la vigilia. La palabra eucaristía, significa "acción de gracias". En esta noche pascual, la Iglesia celebra su acción de gracias a Padre por habernos dado a su Hijo muerto y resucitado. En esta noche se comprende más que nunca el porqué los primeros cristianos llamaron Eucaristía a la cena del Señor. Este es el momento en que nació la verdadera Eucaristía: ¡pascua! Por esto, el Misterio de la noche pascual culmina en la eucaristía, que ya no la ofrece Cristo solo, sino en compañía de su Iglesia.
Domingo de resurrección.
Hoy se celebra el acontecimiento pascual como "El Día del Señor". Este es el domingo que da sentido a todos los domingos del año. Es el día del triunfo del Señor.
El Cirio Pascual está colocado al frente, cerca del altar, encendido durante todas las celebraciones litúrgicas del tiempo pascual hasta Pentecostés, simbolizando que Cristo Resucitado está presente, presidiendo todas las acciones litúrgicas de su Iglesia.
Las lecturas bíblicas de este día contienen lo que llamamos el Kerigma, es decir la proclamación novedosa del acontecimiento pascual y un llamado a vivir los compromisos con Cristo resucitado.
Quien vivió la celebración de la víspera en la vigilia pascual, puede o no asistir a esta misa dominical del día siguiente. Con asistir a la misa solemne de Pascua se cumple el precepto dominical.